domingo, 20 de diciembre de 2009

Días de campo.















Intensos días los vividos en tierras onubenses. Han sido dos, pero han valido por mil. Vuelves con las ideas claras y la satisfacción del trabajo bien hecho. Vuelves con ganas de volver, y volver es algo que tenemos pendiente. Con el vínculo existente, lo mínimo que se puede hacer es volver. Y volver a disfrutar.


No es justo explicar en unas pocas líneas todo lo que se vive en Comeuñas, porque no se reflejaría la verdadera realidad que se experimenta en esta mítica y ya legendaria finca de bravo por excelencia. Por excelencia no es un apellido cualquiera. Ni se nombra por cumplir. Por excelencia implica que todo lo que allí sucede se hace de un modo excelente, con un cuidado límite y con unas formas fieles al concepto que en su día inculcó el ya insigne ganadero D. Celestino Cuadri.

Aspectos impactantes. El primero, Madrid. Tampoco resultaría justo explicar en unas frases la corrida que el ganadero tiene apartada para el coso venteño. Es necesario verlo para creerlo. Pero un servidor, que algo entiende de esto (poco, muy poco, pero el mínimo que todo aficionado debe disponer considero que lo dispongo), afirma que con total seguridad, es la corrida más seria, igualada, hechurada y madrileña que jamás antes había visto. Y para colofón, una novedad. Un “tío” de pelo castaño nº45, de nombre “Ribete”, con dos cucharas por pitones y con el aire característico de los Cuadris saltará a la arena de Las Ventas, si Dios quiere. Ojalá que así sea.


El segundo, Zaragoza. Qué corridón de toros. Seria, muy seria, con toros de trapío bárbaro. Qué maravilla de camada. Una joya. Y otro castañito más nº25, cuyo destino todavía está por definir.

El tercero, el recuerdo de Aragonés. Aquél toro de Madrid que resultó extraordinariamente bravo, siendo acreedor de todos los premios al toro más bravo del serial, deja un legado en Comeuñas. Su hermano, de mismo nombre, ya es semental de la ganadería. Un novillo de guarismo 6, pero con unas hechuras y una cara dignas del privilegio del que va a disfrutar durante toda su vida. Aragonés dio su vida en el ruedo, y murió como el verdadero toro bravo, entregándose y yendo a más, justificando de este modo el trabajo de los criadores de bravo. Verlo en el campo emociona a todo aficionado que entiende y aprecia el sentido de esta Fiesta.

Se antoja un año muy intenso. Y esa intensidad vamos a intentar plasmarla tanto en la web www.campobravo.es como en su blog www-campobravo-es.blogspot.com, donde podremos disfrutar en breve de una nueva sección, “La voz del mayoral”.

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